Ir al contenido principal

Eudocio Ravines: el hombre construido de sombras



En «Los espectros», el escritor Christian Elguera trama y envuelve al lector con el supuesto libro inédito de José Carlos Mariátegui que Eudocio Ravines habría mantenido en su poder.


Escribe: José Vadillo Vila


1.

La ausencia de Eudocio Ravines (1897-1979) de los anales de la historia política del Perú del siglo XX es elocuente: el cajamarquino carece de bustos, estatuas, fotografías y panegíricos.

Su ausencia es paradójica porque Ravines representa mejor aquellos adjetivos que se han forjado casi como sinónimos del político: ruin, corrupto, conspirador, traidor.

Ravines fue, desde su juventud, hábil para la política. Cercanísimo a José Carlos Mariátegui, a quien supo ganarse por su conocimiento del marxismo; fue amigo y posterior némesis de Víctor Raúl Haya de la Torre. Fue fundador del APRA y, luego, secretario general del Partido Comunista Peruano. Se dice que su mejor herencia es la histórica división de la izquierda peruana.

Estuvo presente en momentos importantes de la historia política del Perú, también participó de momentos determinantes en Europa y América, como la Guerra Civil Española y el golpe a Salvador Allende, además de tener cercanía a personajes como el líder soviético José Stalin y ser informante de la CIA norteamericana.

El político cajamarquino y su pluma sumaron a estos ilustres pergaminos cinco deportaciones por parte de presidentes peruanos. Para unos fue el político solitario más sagaz. Para otros, se trató del político más abyecto que el país dio durante el siglo pasado.

El hombre de las mil caras, nuestro Rasputín de exportación. Su vida se resume en el comunista que se volvió en el más contumaz anticomunista. El liberal a ultranza, autor del más célebre del libro del anticomunismo: La gran estafa (1951).


2.

Para la Literatura, Eudocio Ravines resulta fascinante: hombre calculador, cercano a personajes claves, y cuyo rostro y sombras -que dejó exprofesamente- ofrecen un enorme potencial para la ficcionalización.

Los últimos tres años han aparecido títulos que buscan acercarnos a su imagen. Por un lado, llegó a librerías una edición actualizada de El deportado (2023), la biografía que escribió Federico Prieto Celi.

Desde la ficción propiamente dicha, los narradores Rafael Dumett y Christian Elguera Olortegui nos han presentado sus propias versiones de este personaje a quien caracterizó una frialdad para toma calculadas decisiones.

Dumett entregó a imprenta El camarada Jorge y el Dragón (2023), la primera parte de lo que proyecta como una trilogía sobre la vida Ravines. El trabajo de Dummet se puede resumir como una mirada más ligada a lo tradicional de la novela histórica.


3.

Los espectros (2025) le valió a Christian Elguera el Premio Copé de Oro de la IX Bienal de Novela «Premio Copé 2023». El narrador huanuqueño opta por construir su obra desde una polifonía de narradores, que van desde el propio Ravines en el ocaso, pasando por el editor en las sombras de «La gran estafa»; Víctor Raúl Haya de la Torre en su estancia en Europa; César Vallejo; José Carlos Mariátegui; y «Alberto», un investigador sobre Ravines, entre otros. El juego de tiempos y personajes se prolongan desde la década de 1920 hasta el siglo XXI y permiten, desde la ficción, comprender mejor al personaje.

La novela de Elguera también parte de una investigación rigurosa sobre Ravines, pero se toma más libertades que Rafael Dumett a la hora de construir el personaje y su contexto sociopolítico.

Por ello, en el texto que leyó durante la ceremonia de premiación de la IX Bienal de Novela Premio, el narrador nacido en Tingo María explicó que su novela es más cercana al trabajo del «traductor purpurado»: con las licencias que otorga la ficción literaria se comprende mejor al personaje histórico.

Christian Elguera trama y envuelve al lector con el supuesto libro inédito de Mariátegui que Ravines habría mantenido en su poder. Otro es el Ravines de casi un siglo que vuelve al Perú desde México en una misión secreta: evitar que un joven investigador ponga los reflectores sobre la opacidad que buscó siempre ser.

Es un personaje obsesionado en cumplir a cabalidad las tareas que le encomiendan «los espectros». A quien no importa la familia que dejó en Chile y de su Cajamarca natal sólo tiene los recuerdos de la pobreza y de su madre trabajando de sol a sol. Este Ravines es casi una máquina. La vida sentimental parece estorbarlo. Incluso un supuesto deseo homosexual, es sólo una de las fachadas que asume para cumplir las tareas encomendadas.

El Ravines de Elguera -que le tomó seis años de escritura- es más exagerado, un espíritu turbio, casi sin conexión con lo humano, camaleónico y vestido de heterónimos.

Este Eudocio Ravines de ficción es proteico, ya que se trata de un instrumento expedito de «los espectros»: poder sin rostro que mueve los hilos de la política y la historia de la humanidad para sus intereses. ¡Eh ahí, en esta versión, la explicación de sus acciones, de los cambios de rumbo que asume Ravines en el Perú, Chile, México, Estados Unidos, México: su pluma es un punzón temido, pero su inteligencia siniestra es un soldado de las órdenes que cumple diligentemente!

Si bien hay pasajes de la novela que se hacen más lentos, sobre todo las ligadas al mundo de las ideas políticas; otras son más ágiles, y acercan la obra a la novela negra. Así, Los espectros, como unidad, es una trabajo literario sólido. La ficción le sirve a Elguera para quitarle la careta a los políticos. Ya lo decía Nietzsche: «Todo lo que es profundo ama la máscara».


6 de julio de 2025


Publicado en Güik.


Ficha: 

Christian Elguera Olortegui. Los espectros (Lima, Petróleos del Perú, 2025). Pp. 263


(*) José Vadillo Vila es periodista y escritor. Ha publicado los libros Historias a babor, Hábitos insanos, Apus musicales, El largo aliento de las historias apócrifas y Mostros. Como cantautor tiene los álbumes Elemental (2002) y Primera parada (2016).

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Un beatle en el Estadio Nacional de Lima (crónica)

A una semana del concierto del exbeatle Paul McCartney rememoramos su paso por el Estadio Nacional de Lima ante 43 mil espectadores, como parte de su gira “Got Back”.   Escribe: José Vadillo Vila @vadillovila   Un morderse la cola. La última frase de la última canción que grabaron Los Beatles, abrió y cerró el show de Paul McCartney en Lima: “And in the end / the love you take / is equal to the love you make” (“Y al final, el amor que recibes es igual al amor que das”).   El estribillo apareció, primero, en las pantallas laterales con el icónico bajo Hofner en forma de violín explotando en multicolores, anunciando así el inicio del show, que arrancaría a las 9:11 p.m., sin respetar la hora inglesa, tal vez como un guiño a su público sudamericano o al endemoniado tráfico limeño.   Y casi tres horas después, el estribillo haría bis, ahora en la garganta del propio McCartney, que se despediría de Lima, coreado y aplaudido por una multitud en la que se co...

El Niño más majadero fue el de 1983 (crónica)

  Durante la primera mitad de 1983 se dio el Fenómeno El Niño más devastador que conoció el Perú en el siglo XX. Escribe: José Vadillo Vila  Fue El Niño más malcriado. El más terrible. El más letal. El de las lluvias de verano más fuertes en el norte del país.  Las precipitaciones pluviales empezaron a fines de noviembre de 1982 y, a mediados de febrero de 1983, las autoridades informaban que el Fenómeno El Niño (FEN) se había ensañado con Piura y Tumbes: ambos departamentos soportaron tres ‘diluvios’ consecutivos en cuestión de semanas. Las primeras lluvias recias cayeron sobre Piura los días 28 y 29 de enero de calendario. Al mes siguiente, se tuvo que expropiar rápidamente las viviendas de las cuatro primeras cuadras de la calle Lima, en la capital piurana, para construir con urgencia una defensa ribereña que debía soportar una anunciada creciente de dos millones 500,000 litros por segundo que recibiría los siguientes días el río Piura. Era mejor sacrificar una parte d...

Tiempo de jarana

En la cuadra tres de Pizarro, en el Rímac, la música peruana se dio cita cada domingo para afinar la peruanidad. Texto y fotos: José Vadillo Vila  En esta casa no hay crucifijos. Aquí la fe está depositada en el hombre. Hace 18 años que en el pilar de la puerta un búho de marfil ha hecho su nido. Sugiere que en este hogar rimense de la cuadra tres de la avenida Pizarro se refugian la inteligencia, la creatividad y la camaradería, dándoles cornadas al verso fácil y  la melodía estéril. Como un santo patrón agnóstico, lapicero en mano, Manuel Acosta Ojeda (1930-2015) sonríe desde su eterna humanidad de polvo de estrellas y desde el lienzo pasa lista a cada uno de los que llegan. Guitarristas, cantores, poetas, intelectuales, caricaturistas, cineastas, público de buena oreja, amén de algún periodista. El retrato del compositor de “Cariño” está honrado con dos floreros de mulitas de pisco y reposa sobre un piano de media cola, en afinada armonía. Así da la bienvenida a “Saycopón”,...