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El hatun charango cumple 21 años

El cordófono creado por Federico Tarazona está de cumpleaños. Este instrumento de la familia del charango peruano es muy versátil y solicitado por solistas de música tradicional como por expertos en jazz y música experimental.

Escribe: José Vadillo Vila 

Como el Pinocho de la literatura universal, el primer hatun charango también nació de una única pieza de madera tallada. Su forma es la de una pequeña guitarrita, o “laminada”, característica del charango tradicional peruano.

Desde Quebec, Canadá, el destacado músico ancashino Federico “Fico” Tarazona cuenta cómo nació el instrumento que diseñó en Friburgo, Alemania, en el 2001, mientras estudiaba guitarra clásica y composición. Andaba buscando un instrumento que se ejecutara como el instrumento solista y que, a la vez, fuera acompañante.

“¿Te imaginas a un músico como yo, que salió del Perú a especializarse en Rusia, Alemania, Francia y Canadá, transitando por estos países con su charango y tratando de buscar un guitarrista acompañante? La respuesta es simple; la necesidad me llevó a crear este instrumento solista”.

Además de la necesidad técnica, Tarazona creció en un hogar a donde llegaban los músicos Raúl García Zárate y Gaspar Andía Fajardo, quienes tocaban con su padre. Entonces, desde su niñez siempre creyó que “algún día el charango podía pasar a un plano netamente solístico”. Con el hatun charango ha visto realizada esta aspiración.

El joven instrumento peruano está posicionándose en los círculos de músicos académicos internacionales. El hatun charango ha tenido eco en Bolivia, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador y México.

Así, en la larga lista de “finos intérpretes” solistas figuran Nicolás Faes Micheloud, de Argentina; Pedro Santa Cruz y Juan Carlos Cadena Silva, de Colombia; Francisco Gaete Rodríguez, de Chile; Yann Béréhouc, de Francia; Marquis McGee, de Estados Unidos; además de los peruanos César Aguilar Alcedo, Alejandro Ataucusi y José Meza Muñoz. A ellos se suman también guitarristas profesionales de España y el Reino Unido.


“El hatun charango no solo tuvo el interés de músicos profesionales –advierte Tarazona–, sino también de aficionados y luthieres. No puedo negar que también tuvo y tiene aún detractores de un sector conservador del folclor, que al mismo tiempo refleja sus limitaciones técnico-musicales para abordar la práctica de este instrumento que no deja de ser complejo en la manera de tocar”.

Repertorio propio

Un nuevo instrumento es una exploración sonora. El hatun charango permite al instrumentista ser solista y, a la vez acompañarse, y necesita de un repertorio.

Tarazona ha demostrado las probabilidades que permite para ejecutar música tradicional latinoamericana o versionar piezas del barroco español del siglo XVII.

Y cada charanguista ha contribuido a enriquecer el repertorio del instrumento, con sus repertorios personales y contextos culturales, haciendo adaptaciones de música original para otros instrumentos y creaciones propias. José Meza, por ejemplo, ha compuesto “Hatun”, inspirado en la exploración sonora que le permite explorar el nuevo cordófono y el propio Tarazona suma diversas creaciones, como “Chosicano soy”.

“En su mayor parte el repertorio existente está compuesto de música originalmente escrita para guitarra. Y es normal que así sea, puesto que el hatun charango, por sus cualidades, trasciende las limitaciones técnicas que posee el charango tradicional, el cual hasta la fecha no ha dejado de ser un instrumento capaz de prescindir del acompañamiento de la guitarra. Salvo pequeñas excepciones”, explica.

Al ofrecer una doble función de solista y acompañante para los ejecutantes se vuelve un vehículo musical “ideal para la armonía e improvisación del jazz, disonancias de la música de arte contemporánea, así como para el repertorio barroco, clásico, o de las diferentes épocas de la música universal”, asegura su creador.

Fico Tarazona ha recibido desde el inicio invitaciones para participar en la creación de música de cine. Ha trabajado con el destacado compositor francés Armand Amar y compositores de música de arte contemporánea y jazz para colaborar en conciertos y grabaciones.

A partir del 2018, su labor de difusión del instrumento –conciertos, conferencias y grabaciones por Canadá y el mundo– cuenta con el respaldo del Centro de Músicos del Mundo en Montreal.


Cuestión de tiempo

Al ser un instrumento completo en su registro, también puede usarse en los formatos de los grupos de música andina, pues permite acompañar como el charango tradicional. Eso ya lo ha demostrado su propio creador, quien ha participado en diversos ensambles de música de cámara contemporánea.

“Mi percepción es que muchos charanguistas, principalmente los que se consagran al acompañamiento de grupo, tienen aún una especie de temor de explorar el hatun charango. Pienso que es cuestión de tiempo. Los hechos irán demostrando al músico popular su riqueza sonora y sus grandes posibilidades armónicas”, opina.

Pero no hay instrumento musical sin luthiers. El encargado de trabajar el primer hatun charango fue el destacado luthier nacional Fernando Luna, entre el 2001 y el 2002, a partir de los planos del instrumento completo que diseñó Tarazona, quien también ha fabricado hatun charangos en Francia y Canadá.

En el transcurso de los años se han sumado a la fabricación del cordófono andino importantes luthieres peruanos como Wilber Arce, Julio Jihuallanca, Cristian Mena, Linder Marín, Ítalo Llanco y Enrique Falcón, además de otros maestros de husos de América Latina.

Si bien Tarazona registró su creación en el Instituto Nacional de la Propiedad Intelectual, en Francia. Su fin no es lucrativo y comparte su conocimiento con otros luthieres. “Mi finalidad es contribuir al enriquecimiento del instrumento y la cultura popular del mismo”.


Cuestiones técnicas

Un detalle es que el hatun charango tiene dos versiones: una estándar de 7 órdenes de cuerdas (ver recuadro) y una variante, de 8 órdenes. Acaso, ¿no complejiza la difusión del instrumento? “Estas dos variantes existen desde su creación. Pero desde hace más de seis años estoy dedicado solo a la ejecución del hatun charango de 8 órdenes”, explica su creador. Resalta que la complejidad no es una barrera si el músico tiene talento, entusiasmo y es trabajador. “En la antigüedad existían instrumentos de mucho mayor cantidad de cuerdas, como el laúd o la tiorba, que cayeron en desuso por una razón técnica y acústica. Siguiendo el desarrollo musical en el mundo, actualmente se tocan guitarras de 7, 11, 13 y 15 cuerdas. Y el bajo eléctrico pasó de ser un instrumento de 4 órdenes a uno de 5 y 6”, subraya.


Cifra

400 a 500 dólares cuesta, en promedio, el instrumento en el Perú, variando por la calidad del mismo.


Características del hatun charango

Hoy, el instrumento se construye en dos versiones, de 7 y 8 “órdenes” de cuerdas.

Cuenta con 6 órdenes simples y una doble (mi-la-mi-do-sol-re-la).

Las 5 primeros órdenes son los de un charango tradicional (mila-mi-do-sol), con el tercer orden doble y octaveado.

El charango tradicional existe tanto en el Perú como en Bolivia, en cada país tiene diferentes características morfológicas y gran variedad de encordaduras y afinaciones.

Existen charangos con caja de resonancia redonda, trapezoidal, triangular, en forma de “8”; son de diferentes materiales: madera, caparazón de armadillo, cuerno, etcétera.

Sus muchas afinaciones tienen encordaduras diversas en nailon y metal.

El hatun charango, por su manera de encordar, está inspirado en el charango ayacuchano de Huamanga, Puquio y Cora Cora, donde se toca con cuerdas simples.

(*) Publicado el domingo 29 de mayo del 2022 en el Diario Oficial El Peruano.

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