Colectivo de artistas presenta festival Crea Mujer Crea
Escribe: José Vadillo Vila
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“Yo soy una cronista de mis tiempos”. Como Guaman Poma o Pedro Cieza de León, Violeta Quispe es cronista de tiempos de la migración. De la lucha contra la violencia hacia la mujer. En vez de palabras, usa pincel. “El arte –dice– es una forma pacífica de demostrar los sentimientos”.
La maestra de 31 años forma parte de la segunda generación de las familias sarhuinas que llegaron a Chorrillos, frente a los Pantanos de Villa, y se adaptaron al aquí, a los tiempos, a la Lima criolla y achorada.
Es hija de dos maestros, Juan Gualberto Quispe y Gaudencia Yupari, la primera pintora de tablas de Sarhua (Ayacucho). Antes de doña Gaudencia, las tablas eran exclusivas de los varones. Curiosamente, hoy la segunda generación de sarhuinos en la capital que aviva la tradición son mujeres.
A mediados del 2019, con el auspicio de la embajada de Australia y Unesco, se inauguró la Ruta del Arte de Sarhua en Chorrillos. Integró a seis familias de artesanos, cada una con su propio taller. Funcionó por cerca de nueve meses hasta que la iniciativa se ahogó por la ominosa pandemia.
Se reinventaron una y otra vez. Al inicio, tuvieron que modificar para el público limeño el tamaño y el material de las tablas de Sarhua (de 2 por 4 metros) a formatos más portables (30 x 30 cm). O aprender a combinar la tierra blanca o pachaq con los acrílicos. O cambiar el pegamento producto del colágeno animal por la cola.
Con lo del covid-19, su herencia pictórica buscó nuevos soportes y la foto de Violeta Quispe con una bella mascarilla elaborada con el arte sarhuino y donde se lee #NiUnaMenos se hizo viral.
Ya no había galerías donde dejar sus productos. Entonces tuvieron que aprender de nuevos materiales, también del uso de las redes sociales, la creación de los fanpage y los envíos por delivery.
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